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El 13 de enero marca el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión. Como Mamás, a menudo experimentamos este desafío sin darnos cuenta, ya que estamos siempre ‘ocupadas’. Yo misma he luchado contra esta enfermedad y no es algo que recomendaría para nadie.
Nos sentimos cansadas constantemente, estallamos con nuestros hijos, sentimos hastío por cada solicitud que nos hacen, y, en mi experiencia, el sentirnos deprimidas, con ansiedad e irritables no significa que seamos malas madres o que no estemos hechas para ello, sino que es resultado de necesidades no cubiertas durante mucho tiempo.
1. El sueño interrumpido.
Cada fase del sueño tiene una función vital, desde reparar el cuerpo hasta consolidar la memoria. Interrumpir el sueño durante la noche afecta la regulación emocional, provoca fatiga y tiene impactos en la salud. ¿Cuántas noches has interrumpido tu sueño por atender a tus hijos?
2. Alimentación y Deficiencias Nutricionales
El cuidado del bebé puede descuidar nuestra alimentación, lo que provoca deficiencias relacionadas con la depresión. Las principales deficiencias relacionadas con la depresión incluyen ácidos grasos omega-3, vitamina D, vitaminas del complejo B, magnesio, zinc, hierro, lisina y arginina. Una adecuada alimentación y complementación nutricional son importantes para mantener un estado físico y emocional óptimos, te comparto AQUÍ los nutrientes con los que complemento mi alimentación.
Una dieta alta en carbohidratos refinados y azúcares puede afectar la cognición, el estado de ánimo y la salud cerebral. Esa mala alimentación también puede provocar desbalances en nuestra microbiota y nuestros neurotransmisores.
La microbiota son todos esos microorganismos (virus, bacterias, hongos…) que viven en nuestro cuerpo, y son fundamentales para funciones corporales como la digestión, la absorción de nutrientes y la protección contra patógenos.
La microbiota intestinal tiene una conexión directa con el cerebro y esta comunicación se realiza mediante la producción de neurotransmisores que son mensajeros químicos que transmiten señales entre las células nerviosas en el cerebro y el sistema nervioso, algunos de ellos son Serotonina, dopamina, endorfina, GABA, noradrenalina, oxitocina y cada uno de estos tienen roles específicos en nuestro comportamiento, emociones y funciones corporales. Los desequilibrios pueden contribuir al desarrollo de trastornos neurológicos y psiquiátricos.
Te recomiendo veas esta conferencia a detalle para que comprendas esa relación tan directa entre la alimentación, los neurotransmisores y las emociones: https://youtu.be/zWMv6Hm3yIQ?si=nhUxqxfehD8ZTKmw
3. Exigencias innecesarias y pérdida de identidad
Las altas expectativas y normas sociales pueden tener un gran impacto emocional, aunado con la autoexigencia y la culpa que se intensifican una vez que nos convertimos en mamás, terminamos ocultando nuestras propias luchas emocionales.
El aislamiento, la falta de atención a nosotras, esas creencias que nos limitan y otros factores pueden impactar profundamente nuestra identidad y autoestima, dejándonos confundidas sobre nuestro rumbo.
Únete al programa ‘Renacer’ y juntas, durante un año, trabajaremos en redescubrirnos, reconectar con nuestro cuerpo y esencia, formar hábitos que nos construyan y así comenzar a construir una vida que amemos.
Si te encuentras luchando contra la depresión, no dudes en buscar ayuda. Cada paso que des, día a día, te acercará poco a poco a recuperar la fortaleza necesaria para superarlo y encontrar la claridad que te permita vivir plenamente.»
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